Misión y Visión

Misión

Somos un Ministerio con el propósito de capacitar al pueblo de Dios, equipando al mismo por medio de la enseñanza.

Visión

Ser un ministerio bien cimentado y reconocido en diferentes partes de Costa Rica y el mundo que, para honra y gloria de Dios, ayude a muchos cristianos a vivir conforme a su gracia, dejando toda religión y experimentando la plenitud de la vida, mientras esperamos al Salvador.

Declaración de Fe

Creemos que las Sagradas Escrituras tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento son verbalmente inspiradas por Dios y no contienen ningún error en el original, constituyendo así la autoridad suprema y final de la fe y la vida.
(2 Pedro 1:20-21; 2 Timoteo 3:16-17; San Juan 17:17; Mateo 4:4,7,10; 1 Tesalonicenses 2: 13; Josué 1: 8)

Creemos en un solo Dios eternamente existente en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, creador y sustentador de todas las cosas, tanto visibles como invisibles mediante su Amor, Sabiduría, Palabra y Poder.
(Génesis 1:1; Deuteronomio 6:4; Isaías 44:6; San Juan 1:1; San Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; 1 Juan 5:20; Hebreos 1:3,8-10; San Juan 17:5; 1 Corintios 12: 4-6; Colosenses 1: 17-17)

Creemos en la Deidad de Nuestro Señor Jesucristo, su nacimiento virginal, su vida sin pecado, su muerte para pagar la pena de nuestros pecados, su resurrección, su exaltación a la diestra de Dios, su retorno personal, inminente y premilenial.
(San Juan 1:12; San Lucas 1:35; Hebreos 4:14-16; Isaías 7:14,9:6; San Mateo 1: 18, 23; San Juan 1: 1; Hebreos 1: 8; 1 Juan 5: 20; Romanos 9: 5; Colosenses 1: 15-20)

Creemos que Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote, abogado, redentor y el único mediador entre nosotros y el Padre. (1Tim. 2:5; Heb. 7:25; 8:6; 9:15; 12:24; 1Jn. 2:1) Creemos en el retorno inminente y personal de nuestro Salvador y Señor Jesucristo, quien vendrá por su Iglesia antes de la tribulación y del reinado milenial y terrenal del Señor Jesucristo. Evento que esperamos y que llamamos “el rapto (o arrebatamiento) de la Iglesia”. (Jn. 14:1-2; 1Co. 15:51-57; 1Tes. 4:13-18; Tito 2:13)

Creemos que el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios, pero en el pecado de Adán, la raza humana cayó y heredó sin excepción alguna la naturaleza pecadora. Como consecuencia, incurrió no solamente en la muerte física, sino también en la muerte espiritual, la cual es la separación de Dios. Todo hombre es absolutamente incapaz de salvarse así mismo, por sus propios esfuerzos y necesita de la salvación de Dios. (Hechos 4:12; Ro. 3:22-23; Gn. 1:26-27; Romanos 3: 10-23, 5: 12; Efesios 2: 1-2; Eclesiastés 7: 20; Isaías 53: 6, 59:1-2, 64: 5-8; Jeremías 2: 22; 2 Tesalonicenses 1: 8; Ro. 5:12; Ef. 2:8-9; 2Tim.
1:9)

Creemos que todos aquellos que reciben a Jesucristo por fe, nacen de nuevo por la obra del Espíritu Santo; y son por lo tanto hijos de Dios, estando eternamente salvos de la condenación y que el Espíritu Santo mora en cada uno de ellos para iluminarle, guardarle y darle poder necesario para una vida de buen testimonio y servicio.
(San Juan 3: 1-12; 5: 24, 10: 28-29; Romanos 8: 38-39; Gálatas 5: 13; Tito 1: 2-7)

Creemos en la iglesia formada por todos aquellos que han sido redimidos por la sangre de Cristo y unidos al cuerpo por el Espíritu Santo en todo tiempo y lugar, ella tiene como cabeza a Jesucristo mismo. Creemos que esta iglesia se manifiesta visiblemente en la tierra por medio de congregaciones o iglesias locales, y afirmamos que esta unidad espiritual de la iglesia de Jesucristo debe ser expresada en amor, oración y respeto; teniendo como objetivo la gran comisión y reunirse para la adoración y edificación.
(San Mateo 16: 13-19; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:22-23, 5:23-27; Colosenses 1: 24-29; San Juan 17: 20-24; Hechos 2: 46-47, 9: 31; 1 Corintios 1: 2; Gálatas 1: 2; San Mateo 28: 18-19)

Creemos que las congregaciones locales son la expresión del cuerpo de Cristo, y deben ser guiadas por principios enseñados en las Sagradas Escrituras. Deben ser ejemplo de la gracia de Dios, deben ser agentes principales del Señor en mostrar a la comunidad la vida cristiana.

Creemos en la autoridad de la iglesia local y la comunión con congregaciones que sean de una misma línea doctrinal, para cumplir los propósitos de Dios en la tierra como lo muestran el libro de Hechos y las Epístolas.
(Gálatas 6:10; Romanos 12:13-14; 18:21; Efesios 2:8-10.
Filipenses 1:5, 1:11; 1 Pedro 3:8-16; San Marcos 16:15; San Lucas 24: 45-49; San Juan 20: 21; Hechos 1: 8)

Creemos que Dios da dones espirituales a sus hijos para la edificación del cuerpo; sin embargo, creemos también que algunos de ellos tales como las lenguas, sanidad entre otros fueron evidentemente limitados a la formación de la iglesia y por consecuencia no están operativos en el día de hoy. Creemos que Dios responde a las oraciones de su pueblo y satisface a las necesidades conforme a sus propósitos.
(Romanos 12: 12; 2 Corintios 12: 13-14)

Creemos en el regreso de Nuestro Señor Jesucristo cuando arrebatará a su iglesia, con todos los poderes que como Señor le corresponden, y aunque él ha dado señales de su proximidad el día y la hora nadie la sabe, solo el Padre Celestial.
(1 Tesalonicenses 4:13-18; San Mateo 24:29-44; Hechos 1:9-11; 1 Corintios 15: 23-28)

Creemos que después del rapto cada cristiano deberá comparecer ante el tribunal de Cristo, este no es un juicio ya que el juicio fue hecho con Cristo en la cruz, el tribunal es donde nuestras obras o la intención de nuestro corazón será probada y recompensada, en ningún momento el tribunal se debe ver como algo amenazante, sino como el privilegio de ser recompensado por la obra que el mismo Dios hizo a través nuestro. (Romanos 14:10; 1 Corintios 5:10)

Creemos que Dios llamará a juicio a toda persona no salva. Creemos en la resurrección corporal de justos e injustos; los primeros para Vida Eterna junto a él, y los segundos para Condenación perpetua.
(Salmo 9:7; 96:13; Eclesiastés 3:17, 11:12-14; Hebreos 9:27; Hechos 17:31; San Juan 5:18-29; 1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Corintios 15:1-56; Romanos 4:24; 1 Timoteo 2: 5; Apocalipsis 20: 4-15)

Creemos que todo cristiano es llamado a una separación de toda práctica y alianza con el mundo, vemos la santidad como un estilo de vida, siendo esta la obra de Dios en la vida de cada creyente. Siendo consciente de la presencia de Dios en su vida. (Gálatas 2:20; Romanos 12:2; 2 Corintios 6:14; Santiago 4:4; Romanos 12: 2; 2 Corintios 6: 14; Santiago 4: 4; Tito 2:11-16)

Creemos que cada hijo de Dios posee la vida eterna y es justificado por la fe sin las obras y que jamás puede perder su salvación; pero sí, que al pecar daña su comunión, pero no su relación como hijo. La comunión será restaurada por medio de la confesión del pecado a Dios.
(San Juan 5: 24; Efesios 2: 8-9; 1 Juan 1: 9)