Al pensar en el discipulado no veo otra cosa que tiempo, tiempo y más tiempo, es lo que El Señor Jesus hizo con sus discípulos y como consecuencia es lo que hicieron con migo, creo que no hay nada más apasionante que invertir mi vida en otros y ver como los otros se reproducen. Hacer discípulos es como ser papa, unos puede verlos nacer, crecer y reproducirse, en cada una de estas etapas el gozo que se experimenta es sensacional, a la vez que también va acompañado de esfuerzo, dolor, desilusión, pero nada se compara al saber que los hijos están en la verdad ( palabras del apóstol Juan )Hacer discípulos es esencial en la obra de Dios y mi responsabilidad como un hijo de Dios.Las iglesias se reproducen porque los discípulos pueden reproducirse en las vidas de otras personas a través del discipulado. Si el evangelismo es la obstetricia espiritual, hacer discípulos es la pediatría espiritual. En el proceso de criar a niños, no deseamos que sean perpetuamente dependientes e inmaduros. En el proceso de discipulado, ayudamos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo a crecer a una madurez completa, trabajando junto con Dios en el proceso de la edificación mutua y mostrando la verdadera identidad que tenemos como cristianos. Aunque discipular es  mi responsabilidad el método no está definido en las Escrituras y se puede  llevar a cabo en una variedad de maneras. En vez de definir una metodología particular, voy a compartir mi experiencia de treinta años en el ministerio.

EL FUNDAMENTO BÍBLICO DEL DISCIPULADO

Hacer discípulos fue central en el ministerio de Jesucristo cuando estaba en la tierra. El Evangelio da una descripción clara de cómo Cristo escogió a ciertas personas, los entrenó y los soltó para desempeñar Su misión.  La Biblia nombra a estas personas “discípulos”, que significa los que aprenden, seguidores una palabra muy interesante en griego MATHETES un aprendiz, literalmente iniciativa de pensamiento acompañada de esfuerzo.. En la comisión que dio Jesús a Sus discípulos se revela que hacer discípulos es el meollo de Su propósito para Su Iglesia hasta que Él regrese.

Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:18-20)

Hacer discípulos es el la meta de este mandato. La palabra dominante que vincula este pasaje es “Todo”: Toda autoridad, todas las naciones, todas las cosas, y todos los días.  En el griego, “id”, “bautizando” y “enseñando” son participios. Solamente el verbo “haced discípulos” está en imperativo.  Con estas simples pero profundas palabras, Jesús da a Sus discipulos su tarea principal hasta que Él regrese y también la promesa sobre la cual su éxito está garantizado.  En el resto del Nuevo Testamento, especialmente en las escrituras de Pablo, vemos cómo la iglesia primitiva llevó a cabo el ministerio de hacer discípulos y así obedeció este mandato. Queda muy claro que el hacer discípulo es una tarea personal y permanente para cada discípulo de Cristo, el discípulo que no hace discípulo, no es discípulo.