El Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros.

Es muy interesante leer los capítulos 12 al 14 de Juan donde vemos al Señor preparando a sus discípulos para su partida, explicándoles que no les dejara solos y aun dando la posibilidad que ya no estaría con ellos, sino algo más sensacional estaría en ellos y esto continua hasta el día de hoy. El poder decir Cristo vive en mi es muy fácil, el ser consciente de la presencia divina en nuestra vidas es abrumador. Escucho muchas veces a cristianos decir NO SOY DIGNO, pero que antagónico suena algo así, si no fuéramos dignos,  como puede ser que El Dios de toda gracia nos habite, la respuesta es fácil, Dios no me ve por lo que hago o lo que soy, el me ve en Cristo. Cristo en mi esperanza de Gloria.

Esta unión me vincula con la trinidad y eso me lleva a tener intimidad.La intimidad con Jesús trae al hombre interior una firmeza y un descanso más profundo. A medida que vamos relacionándonos en El de una forma más profunda y personal, vamos creciendo en el conocimiento de  que Dios nos acepta y aprecia, no por lo que hacemos , sino porque quienes somos.Este conocimiento nos libera progresivamente de los sentimientos de inseguridad y del temor paralizador a las opiniones o las acciones de los demás en nuestra contra.

Si nos centramos en Jesús, esto termina llevándonos a conocer su corazón y a sentirnos aceptados, lo cual es absolutamente vital.

Aunque es importante que los seres humanos nos acepten, esto resulta tristemente inadecuado si no tenemos la aceptación de Dios. Lo que nos hace sentir valiosos y verdaderamente dignos es el conocimiento de que Dios nos ama, acepta y valora cuando sabemos que Él  tiene en nosotros su complacencia , las críticas y las ofensas de los demás no nos afectan con tanta facilidad.

La necesidad de demostrarles a los demás que somos valiosos deja de ser el impulso dominante dentro de nuestra constitución emocional. Todo lo que necesitamos es que Dios se complazca en nosotros y nos conceda su sonrisa y de hecho él lo hace, Dios se regocija sobre mí con cántico, soy obra de sus manos.


Dr.Raul Perazzo